jueves, 8 de enero de 2015

Andrea, la tejedora


 Hay un impulso trujillano en el ser barinés, en su historia y su cultura. De Trujillo provino la avalancha fundadora de ciudades criollas que atravesó esas montañas y siguió el curso del Santo Domingo rumbo al llano, por la vía de lo que hoy conocemos como Calderas y Altamira de Cáceres. Justamente esa ruta, desde Niquitao, la cumplió Andrea Terán, quien no sólo se trajo el cuerpo y la compañía de su familia sino además un arte utilitario que hoy sigue desarrollando en la población de Chuponal.
Andrea es tejedora de cestas, escobas y jarrones de fibras vegetales. Ese arte lo aprendió de su madre y de su abuela allá en Niquitao; cuando tenía 7 años fabricó sus primeros objetos con bejuco y carruso. Una vez transplantada a tierras bajas, con otro clima y otra vegetación, se las ingenió para encontrar materiales sustitutos de los originales y los encontró. En Pedraza lo que abunda para estos efectos es la lucateva (moriche) y otra especie de bejucos con los que les da forma a las asas, y el cogollo lo emplea en fabricar escobas. Esta lucateva crece donde hay agua abundante, así que fue un acierto mudarse a esta tierra cálida pero surcada de ríos. En las carreteras que bordean las fincas de la zona se le puede ver recogiendo esta materia prima vegetal para seguir tejiendo.
Siente preocupación por el futuro de su oficio y su arte, por su continuación en el tiempo, porque "Veo que a los muchachos no les interesa esto". A pesar de esto, varias veces al año realiza talleres entre los niños de los planteles del municipio Pedraza, y también les revela las claves del oficio a quienes se acercan a su casa para mirar de cerca cómo se elaboran estos objetos que parecen hechos por máquinas, pero que en realidad son obra de las manos de Andrea.

Por realizar este arte sencillo y sin ánimos de grandeza durante 40 años ha recibido reconocimientos como artesana y ha participado en exposiciones y ferias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario