lunes, 5 de enero de 2015

El retiro productivo

José Benedicto Burgos invirtió buena parte de su juventud y madurez en trabajar como empleado tribunalicio. Hace unos pocos años le llegó la hora de la jubilación, momento en que mucha gente vislumbra ese asunto terrorífico que suena a preparación para la inutilidad y la muerte: eso que llaman “el retiro”. Pero José Benedicto tenía otros planes y también algo de entrenamiento para encarar lo que podría llamarse con justicia la segunda parte de su vida productiva; desde muchacho él había fabricado y reparado alguno que otro instrumento musical.

El primero de ellos fue un requinto que alguien le había regalado y que otro “alguien” perdido en su memoria remota se lo partió accidentalmente o de mala manera. El muchacho metió mano a unas herramientas y materiales y así, por pura intuición, terminó dejando su instrumento averiado mejor que como estaba antes.
Así que de aquella oficina llena de papeles y abogados; de aquel espacio seguramente gris y aburrido en sus dinámicas cotidianas saltó a su taller y comenzó a acostumbrarse a la idea de ser luthier, a una edad a la cual las convenciones sociales no ven como algo “normal” el que alguien comience en un oficio después de los 60 años. Y en eso anda ahora: fabricando y reparando los nobles implementos de hacer música.
Poco a poco fueron llegándole los clientes; primero individualmente y poco a poco en forma de encargos múltiples. Guitarras, bandolas, cuatros y maracas conforman la legión de instrumentos musicales que este hijo de Libertad, en el municipio Rojas, ha puesto a rodar dentro y fuera de Venezuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario