- José Vicente Vásquez falleció a los 114 años de edad, un mes después de aparecer esta publicación impresa
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Como personaje sorprendente y ejemplar de pueblo,
orgullo de la barinidad, vale la pena mencionar y homenajear a Pantaleón
Vásquez, caballero de 90 años que dedicó su juventud a la manufactura de
atarrayas para pescar. Conuquero y habitante de Las Veguitas, es un señor de
hablar recio aunque con algunas limitaciones físicas debido a su alta edad. De
su orgullo vital como jefe de familia sus allegados gustan de contar cómo es
que los suyos no necesitan ir al mercado para hacer un sancocho, porque en el
huerto que él levantó junto con su gente se encuentra todo lo que se necesita
para comer.
Pero hay alguien que tal vez sea justo también
mencionar: su papá. José Vicente Vásquez, quien en julio de 2014 ya estaba
celebrando 114 años de vida y 63 desde que fundó en la población de La Yuca, en
el estado Barinas, la tradición de las Locainas.
Parte de su hazaña se comprende mejor cuando uno se
entera de que esta manifestación nació en Boconó, estado Trujillo, al norte de
aquellas montañas que apenas se divisan allá donde se termina el llano. Él
salió de su natal caserío Las Negritas, en esa entidad andina, junto con María
Serrano, su primera esposa. Con ella se vino de pueblo en pueblo enseñando el
múltiple arte de las Locainas; antes de llegar a La Yuca, en 1953, formó gente
para esa misma manifestación en poblaciones como La Cortadera, El Cabrito, Cerro
Azul y La Barinesa. Pero en ninguno de esos lugares la tradición floreció ni
tuvo continuidad como en La Yuca, donde finalmente se instaló a vivir y a
continuar lo iniciado en Trujillo.
Un yerno suyo, de nombre Néstor Fernández, es quien
ha asumido el rol de continuador de la manifestación; su energía y dedicación
lo ha llevado a ser Capitán de la danza y encargado de las manualidades.
“Esta manifestación es muy rica y compleja”, explica
Fernández; “su preparación y ejecución contiene artes plásticas, canto, música,
danza, teatro”. Sus inicios al frente de este rito popular datan de 1994,
tiempo en que ya José Vicente tenía dificultades para hacer las manualidades.
Néstor tuvo entonces un impulso y fabricó una máscara; cuando se la mostró al
viejo patriarca éste soltó una carcajada celebratoria, porque le había gustado
lo hecho por el joven, y desde entonces Néstor es el encargado de la
fabricación de sombreros, máscaras, el vestuario y otros implementos.
“Una de las tareas mías como capitán es la creación
del semillero, la formación de los muchachos que le van a dar continuidad a
esto en el futuro”, reflexiona Fernández.
“Cada personaje tiene su quehacer y su función en la
danza: empezando por el Capitán y terminando con el Diablo, el Viejo, la Vieja,
el Mudo y la Muda. El ritual comienza con el Capitán agitando la bandera y
blandiendo un machete de madera; lleva una gorra y una banda tricolor. El Viejo
y la Vieja son los padres de la danza; se llaman el papa Germán y la mama
Simona; más atrás vienen 4 pastores y 4 damas; seguidamente vienen el Diablo,
el Mudo y la Muda. El 6 de enero de cada año a las 3 de la madrugada ya estamos
levantados, preparando la fiesta y mi esposa se pone a hacer la comida; a las 7
de la mañana todos están comidos y a las 8 salimos de la casa a visitar a las
familias que han pedido que pasemos por sus casas. En todas partes nos reciben
con comida y en algunas con aguardiente”. La parranda se forma con música de
cuatro, violín, tambora, maracas y últimamente mandolina. No hay límites para
la incorporación de instrumentos; todo el que se acerque y se acople al tono y
al ritmo es bienvenido.
La organización de las
Locainas de La Yuca está a cargo de sus cultores, quienes han creado una
fundación que ha recibido apoyo e impulso de los entes regionales de Cultura.
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